martes, 15 de mayo de 2012

La representación del fracaso


Scioli, para Cristina, es Angeloz para Alfonsín. O Duhalde para Menem.
La representación del fracasoescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Como a la Dictadura Militar, como al alfonsinismo y al menemismo, al cristinismo también se le torna imposible la gestación de la “cría”. La continuidad asegurada.
Para Cristina, Nuestra César, la proyección de Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, es la representación gráficamente anticipada del fracaso político. Colectivo y personal.
Similar a lo que fue, para Raúl Alfonsín, la proyección inevitable de Eduardo Angeloz, en 1989.
O lo que también fue Eduardo Duhalde, para Carlos Menem, en 1999.

La centralidad

En la Argentina, los ciclos históricos suelen concluir invariablemente mal.
La representación del fracasoLa centralidad -característica del presidencialismo con instituciones frágiles- es totalmente ocupada por el poderoso de turno.
Sea Alfonsín, Menem o Cristina. Aquí, la construcción de continuadores suele caracterizarse por sus carencias.
El sucesor alternativo, el heredero que crece, suele mantenerse y proyectarse desde la fuerza interna y es, en general, sospechoso.
Combatido por los que ni tienen esperanzas de crecer. Los que se aferran a la egolatría del Conductor, que detesta, en el fondo, ser heredado.
Porque aspira, en definitiva, a proseguir. Por la certeza de creerse providencial. Siempre les hace falta un mandato de más, para concluir la “obra transformadora” (aunque sólo transformen las contabilidades de los que aprovecharon los réditos de la etapa benéfica).
La representación del fracasoNéstor Kirchner, El Furia, que llegó en el 2003 merced al dedo de Duhalde, logró sortear con originalidad, en el 2007, la dificultad sucesoria. Al recurrir a la sorprendente trampita conyugal. Y colocar, merced a la arbitrariedad del dedo propio, a Cristina, su esposa. Como Encargada de Negocios, pero sólo para el período 2007-2011.
Al Furia, el plan iba a salirle, como correspondía, mal. La irrupción irresponsable de la muerte le quebró sin contemplaciones la estrategia. No podía aceptar que La Encargada de Negocios midiera diez puntos más.
La guadaña de La Parca resolvió, naturalmente, un problema político.

De Videla a De la Rúa

De acuerdo a la confesión literaria del General Videla, en 1978 la Dictadura supo registrar sus momentos de plenitud.
Les iba tan bien a los comandantes, los fundadores del nuevo orden, que se hablaba hasta de la “cría del Proceso”. La continuidad diseñada, que el Almirante Massera pretendía arrebatarles.
La idea de “la cría” contenía el optimismo estremecedor. Porque iban brutalmente a estrellarse.
Agonizarían con el General Bignone, como cabeza de la Comisión Liquidadora. Debió entregarle el cetro, en 1983, a Raúl Alfonsín.
La representación del fracasoCon el advenimiento de la democracia, Raúl Alfonsín derrapó también en el énfasis fundacional.
En la instancia de la plenitud, 1984, supo atormentar a los columnistas seducidos con las fantasías del Tercer Movimiento Histórico. Pretendía  absorber al peronismo (predominaban los peronistas que preferían ser absorbidos, sin el menor esfuerzo, solos).
Pero el alfonsinismo, como la Dictadura, tampoco iba a dejar ninguna “cría”. En el furor del caos económico, Alfonsín debió arrojarle la candidatura radical, por la cabeza, a Eduardo Angeloz, que encarnaba un radicalismo clásico, profundamente antagónico de los modos de aquella moda.
Nada tenía Angeloz, en común, con los desbordes estratégicamente fervorosos de Alfonsín. Menos, aún, con sus entonces “jóvenes turcos” de La Coordinadora, el antecedente real de La Cámpora.
Entre llamaradas, Alfonsín concluyó con la entrega anticipada hacia el peronista Menem.
La representación del fracasoEn su extenso reinado de los noventa, el menemismo tampoco dejó ninguna cría. En realidad, ni le interesaba. Ningún otro que no fuera Carlos Saúl Menem podía ser. Es la tesis del Portal que indica que la cría, en la Argentina, es estrictamente imposible.
Mediante la reforma, Menem, en 1995, logró sucederse a sí mismo.
Duhalde, con Menem, iba a funcionar como Angeloz para Alfonsín. Desgastó el rol del antagonista interno. Del oficialista crítico, que impugnaba aquel modelo, el de la Convertibilidad, por exitosa. Estaba explícitamente puesto con el objetivo de perder.
Angeloz perdió ante Menem y el peronista Duhalde perdió ante el radical De la Rúa. Aquí estallan las teorías y se desata otro fenómeno, para tratar más adelante.

Circularidad

Cristina, como buena discípula de Menem, se sucedió a sí misma en 2011.
Aún tiene Nuestra César más de tres años para gestar la “cría”. La ilusoria continuidad del modelo (”de crecimiento con inclusión social”). Ya extinguido.
Para los fundamentalistas del cristinismo -y sobre todo para Cristina-, la perspectiva de entregarle la banda a Scioli es directamente inimaginable. Aunque Scioli se haya caracterizado por la lealtad casi excesiva.
La representación del fracaso circular. Como lo fue, para los alfonsinistas, naufragar en Angeloz. O para los menemistas, en Duhalde.
La representación del fracasoEn el esquema vigente nadie, alrededor de Nuestra César, debiera crecer sin su consentimiento.
Y al que se obstina, e incluso y exhibe la apetencia de crecer, sin ser “del palo”, como Scioli, les corresponde masacrarlo. Porque su mera presencia, su diferencia, constituye un desafío.
Le pone imperdonable fecha de vencimiento al poder de Nuestra César.
A la endiosada que deben asegurarle la certeza de la eternidad. Aunque se reduzcan, apenas, a amagues falsos.
Oberdán Rocamorapara JorgeAsisDigital.com
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miércoles, 11 de abril de 2012

EL POPULISMO CURSI

Tío Plinio querido,

Fue un acierto la conferencia de prensa (que no fue).
El lamento borincano de Amado Boudou, el conferencista atribulado.
Pese a la precariedad conceptual. A la elementalidad frívola del discurso. Al nerviosismo de la sonrisita contenida. A la patética inconsistencia de sus formulaciones. Al deshilvanado ridículo.
Pero consta que el monólogo del senado le resultó redituablemente positivo.
El conferencista atribulado produjo, al fin y al cabo, la contraofensiva eficaz. Se la esperaba.
Nuestra teoría, con machacadora insistencia, tío Plinio querido, indica que el cristinismo -el populismo cursi- suele siempre interpretarse a través de sus recuperaciones. Es decir, de sus caídas.
Por lo tanto, los porrazos y recuperaciones del populismo cursi sirven, en simultáneo, para captar el verdadero estado de la sociedad. Que se hace, sin mayor perplejidad, “la de Iván”.
Ante la desertificación total, en materia de osadía y de ideas, de la tristeza que suele presentarse, hoy, como oposición. Incita a sospechar, otra vez, acaso felizmente, que la alternativa, al populismo cursi que se desvanece, se refugia, otra vez, en el peronismo. Porque mantiene aún un respetable banco de suplentes. Masajeados que aguardan, mientras precalientan, el momento de ingresar.

La coacción del 54

El populismo cursi IISin embargo el éxito del conferencista atribulado demuestra, también, otra de nuestras alucinantes teorías. Para estudiar en los próximos seminarios.
La teoría indica que el kirchner-cristinismo, versión patológica del peronismo, mejor presentada como populismo cursi, nos penetra siempre. Con una crueldad violentamente metafórica. Con un sexo breve y, para colmo, fláccido. Pero que es, al mismo tiempo, suficiente para desgarrar. Y para hacernos capitular, inmediatamente, ante la expresiva coacción del 54 por ciento.
Es la coacción que legitima, incluso, hasta la autofagia.
Como aquel indígena del film Macunaima, que cuando tenía hambre se alimentaba con trozos del propio cuerpo, el populismo cursi ya comienza a devorarse, tío Plinio querido, a sí mismo.

Nostalgias del Hipotecario

El conferencista atribulado lo hizo saltar al pobre Righi. El Bebe.
El populismo cursi IIPorque el Procurador no supo cumplir con los deberes explícitos de frenar al Fiscal Carlos Rívolo. Y al Juez Daniel Rafecas, el artesano de la locuacidad. Gran Chateador que, de pronto, podría convocarnos para trabajar, si paga bien, en su “agencia de noticias”. El Descuidista nunca miente.
Conste que Rafecas, como dijo Boudou, en principio “parecía que quería ayudar”.
Pero, infortunadamente, no ayudó un pepino. O lo ayudó casi tanto como el solidario Echegaray, el Pilatos de la AFIP, surgido de la misma línea filosófica que entiende la vida desde el mercado.
Ya que el Juez adicto a la comunicación, máximo mal contemporáneo, dejó de ayudarlo. Para autorizar el allanamiento del bulín de Puerto Grosso, alias Puerto Madero, oportunamente desocupado.
Trátase de la propiedad que el conferencista alquilaba al poderoso abogado rosarino. El millonario doctor Carosso Donatiello. Hijo del puntero entrañablemente tradicional del “Reinaldismo”.
Trátase -el reinaldismo- de la extinguida civilización santafesina que se reportaba a Aníbal Reinaldo. Santo alfonsinista que supo generar milagros asombrosamente inmobiliarios, desde el Banco Hipotecario Nacional. El San Reinaldo impregnó de créditos blandísimos a la pequeño-burguesía intelectual de los ochenta.
El populismo cursi IICarosso Donatiello junior solía utilizar el bulín, tal vez una semana por año. Para descansar de las desventuras que el abogado, millonario rosarino, debía purgar en España.
Padeció, anclado en Madrid, el infortunio de la muerte de su novia, en el atentado terrorista de Atocha.
Mientras tanto convivía, aparte, con el dolor de ser hincha de Rosario Central (que hoy se alarma, junto al River de Patanián, en el Nacional B). Se agrega a la portación, sanamente natural, del virus del radicalismo. Y a la carga moral de ser más o menos socio, y amigo, del célebre doctor Alejandro Paul Vandenbroele.
Trátase del monotributista impetuoso, de iniciativas ingeniosamente comerciales, dolorosamente transformado en inquilino permanente de las páginas de los dos grandes diarios argentinos. Ambos en poder de la mafia. Desde que Jorge Lanata cometiera la osadía de arrancar, su ciclo radial, con algo fuerte. Por ejemplo las declaraciones de la señora Laura, la Bella Armenia. Ex de Vandenbroele, presentado en sociedad como “el testaferro” de Boudou, el conferencista atribulado, estrella del populismo cursi. En Radio Mitre, emisora que se reporta a la mafia tenebrosa de Héctor Magnetto.
El populismo cursi IITrátase -Magnetto- del enemigo conveniente. Construido, para ser exactos, al arbitrio, en principio, de Néstor, El Furia, su interlocutor. Como Borizensky de Putin. Enemigo perfeccionado, después, a la medida de Cristina, Nuestra César. La cómplice activa, y perfectamente consciente, de La Banda de Descuidistas.
“Cristina y Boudou, juntitos juntitos” (cliquear), asumen el desafío de conducir, con un plantel de descuidistas, aquello que fue una nación.
Ambos prefieren creer, tío Plinio querido, que se los quiere llevar puestos Clarín y La Nación.

Declinación del Bebe

La cuestión que Righi, a los 71 años, también fue penetrado.
Justamente cuando despuntó la instancia de La Autofagia, El Bebe debió percibir su sorprendente declinación política.
De haber sido empujado, en 1973, del ministerio del Interior, por el general Perón, casi cuarenta años después El Bebe es lanzado, hacia el escarnio, por Boudou. El descuidista convertido, de pronto, en irreprochable hombre de estado.
La impertinencia de aquel discurso juvenil, ante el pleno temiblemente policial del 1973, resulta aplastada, banalizada, en el 2012, por el declamado intento, posiblemente inofensivo, del lobby laboral.
Como lo escribió Nicanor Parra en su antipoema:
“Así termina la historia/
sin pena, sin gloria/
sin un miserable sándwich de mortadela”.
El populismo cursi IIHay que resignarse y aceptar que Boudou, el conferencista atribulado, es, en cierto modo, el presidente que la Argentina Trucha se merece. Y que necesita.
En una encrucijada histórica en que la sociedad entera decidió, tío Plinio querido, extrañamente, hacerse “la de Iván”.
Dígale a tía Edelma, y a La Otilia, que si Cristina, la Serpiente de Agua Pisciana, atraviesa, con cierto oxígeno, el año turbulento del Dragón, en el 2013 -año de la Serpiente de Agua-, nos lleva puestos.
Por definitiva vez.